Una Pausa Diferente En El Trabajo

Ese día había pensado en darle una sorpresa...

Iba a aparecerme en su oficina sin que él lo supiera, sabía que estaría solo, ya que todo el personal debía concurrir a una reunión fuera de la empresa. Pero él, como debía terminar unos trabajos, no asistiría. Sin demorarme más me vestí como le gustaba; una blusa un tanto transparente que insinuaba sin dejar ver del todo, pollera de cuero y botas altas, un tapado largo cubriéndome. No era hora para salir así a la calle, unas gotas de su perfume preferido, era suficiente para encender aún más todos sus sentidos. Ya en el camino iba imaginándome todo lo que iba a hacer al llegar, una fantasía que tenía desde hacía tiempo, que nunca se había dado la posibilidad de cumplirla y que ese día todo se prestaba para llevarla a cabo.

Quería llegar pronto, ya mi piel comenzaba erizarse de solo pensar lo que sucedería. Mi mente deliraba.... apenas unos minutos me separaban de ese momento. Estacioné el auto lo más rápido posible, acomodé mi vestimenta, y entré. Vi que tenía la puerta de su oficina cerrada, traté de hacer el menor ruido posible, no quería que me viera. Estaba sentado de espaldas muy ensimismado con su labor. Sigilosamente me acerqué, le tapé los ojos con mis manos, al tiempo que me aproximé, susurrándole al su oído...

- “Shhh.... no abras los ojos amor, quédate así, tengo una sorpresa para darte.”

Y así lo hizo, le gustaban esas locuras mías, ya estaba acostumbrado a que lo sorprendiera siempre con algo diferente. Una vez que vi que tenía los ojos cerrados, dejé mí abrigo en el sillón, me acerqué a él y lo separé del escritorio para ubicarlo en la posición que deseaba. Me senté sobre sus piernas, tome su rostro con ambas manos, lentamente comencé a rozarlo con mis labios, recorriendo su cara, besando suavemente sus boca, siguiendo por su cuello, en el cual me detuve un rato, pasándole mi lengua subiendo hasta el lóbulo de su oreja, y volviendo a bajar para continuar mi recorrido.

Sentía como sus pulsos iban acelerándose.

Desabroché uno a uno los botones de su camisa, dejándolo con el pecho al descubierto listo para continuar mi viaje por allí. Pero antes de eso, me acerqué a él, quería que sintiera mi cuerpo sobre su piel, a pesar que tenía puesta mi blusa, mis pechos se sentían como dos capullos duros por la excitación del momento. Lentamente fui deslizándome entre sus piernas. A medida que bajaba su sexo duro se hacía notar tras su pantalón. Sus ojos continuaban cerrados, no tenía que abrirlos, solo quería que sintiera sin ver lo que hacía.

Una vez entre sus piernas, me dispuse a desprender su cinto y desabrochar su pantalón. Acerqué mi rostro a él, y con un leve roce lo acaricié con mis labios sobre su bóxer. Sentía su miembro erecto, mis dedos hurgaban dentro de su ropa, lo tocaban, veía su piel erizarse, sabía bien lo que esa situación le producía, y continué. Deseaba sacarlo de ese encierro en el que estaba. Su respiración se hacía cada vez más intensa, mezclada con gemidos que apenas se dejaban oír. Y sin hacerlo desear más, bajé su bóxer dejando todo su miembro al descubierto, justo a la altura de mi rostro, el cual acerqué, y con un leve roce de mi lengua le hice notar mi cercanía.

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Cuarto Oscuro

Un suave gemido se escapó de su boca, intentó levantar sus brazos, pero al observar su movimiento lo frené. Aun no era momento de que se moviera. Debía permanecer inmóvil un poco más. Una de mis manos sujetaba su erección, al tiempo que mis labios comenzaban a recorrerlo. Me detuve a saborear su glande, estaba brilloso, rosado, deseoso de ser probado por completo, pero aun no era el momento. Continué bajando, dejando una huella húmeda con mi lengua a medida que lo hacía. Mi mano no dejaba de acariciarlo, llegué a sus testículos, los succioné uno a uno, sentía el placer que eso le daba. Lentamente retomé mi camino, sentía su miembro muy hinchado, venoso....

- “¡Por favor deseo que ya me devores!” Exclamo entre gemidos.

Lo deseaba tanto como él, y sin tardarme un instante más, cumplí con su deseo. Mi boca rápidamente trepo por su tronco, y de una embestida lo devoré. Un grito profundo escapó de su boca, su manos ya no soportaron quedarse inmóviles y ambas tomaron mi cabeza y comenzaron a moverla al ritmo que su miembro salía y entraba de mi boca, sentía como su glande tocaba mi garganta y más profundo lo introducía. Estaba siendo penetrada de una manera intensa, continua, su miembro se iba poniendo más caliente, más venoso, ocupando toda la cavidad de mi boca, mi saliva lo lubricaba, mis labios lo apretaban. Su erección se hacía notar cada vez más, sabía que se estaba preparando para el momento culminante.

- “¡Voy a llenarte la boca!” Gruñó intensamente

Y sin demorarse comencé a sentir todo su calor que iba invadiendo mi boca, su semen se mezclaba con mi saliva, su miembro me penetraba de manera intensa, no dejaba de salir ese líquido que tenía para mí. Era delicioso. Por momentos lo sacaba de mi boca, pasaba mis lengua sobre mis labios para saborearlo más y volvía a introducirlo, quería que siguiera saciando mi sed, sabía que tenía aún más para darme. Y así lo hacía. No paré hasta vaciarlo, hasta sacarle la última gota. Recién allí abrió los ojos, nuestras miradas se cruzaron, veía su cara de placer, de haber vivido un momento intenso.

Mis labios suavemente rozaron su miembro, sus manos acariciaban mi cabello a medida que él volvía en sí. No pronunciábamos palabra alguna, no hacía falta, solo con observar nuestros rostros sabíamos lo que sentíamos. Comencé a incorporarme lentamente, me senté sobre él, nos abrazamos fuertemente sellando ese momento con un beso profundo y sentido.

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