Paraisos Perdidos-4

Preguntó a la secretaria sin prestarle mucha atención a la respuesta y pasó al recibidor, donde se sentó en un sillón. La salita estaba vacía, salvo una mujer temblorosa con gafas de sol y cabello rubio oscuro, apenas peinado. Antes de que pudiese siquiera pensar en aquello, la puerta se abrió y una mujer exuberante salió a recibirla. No debía llegar al metro sesenta, pero de resto era una modelo. Tenía pechos grandes y perfectos, posiblemente fruto de la silicona y un cuerpo delgado y escultural, que quedaba ensombrecido por la fuerza de su mirada, con dos ojos grises, que parecían conjuntar con su cabello rubio platino. Verónica pensó que posiblemente, su físico habría tenido que ver con su fama como ocultista, aunque fuese una relación extraña.

– Pase por favor, agente Preston – dijo con una voz misteriosa.

Pasó al despacho divertida por lo que veía. Infinidad de talismanes, animales disecados y otras extrañezas para cautivar a los pobres infelices a los que quitaba su dinero, llenaban el lugar hasta hacerlo asfixiante, mientras el aroma a incienso materializaba aquella sensación.

– ¿Y bien, agente?. Estoy a su completa disposición para que me pregunte lo que sea – dijo la adivina sentándose e invitando a la agente a hacer lo mismo.

La mujer de color sacó una libreta y puso una expresión severa. – Usted es una ocultista y médium muy famosa, así que creo que me podrá ayudar o al menos ponerme en contacto con alguien que pueda hacerlo. Estoy interesada en cultos satánicos y sus ritos.

– Vaya. Me ha cogido desprevenida – respondió sin poder disimular su sorpresa. – Pensé que venían a preguntarme por alguna estafa o a pedirme ayuda en un caso relacionado con el mundo de lo oculto, pero el satanismo es algo que no imaginé que llegase a salir. ¿Hay algún problema?.

– No, aunque puede haberlo en un futuro. Hay indicios de que en Milwaake se está montando una organización de ese tipo y queremos estar preparados si deciden venirse a Chicago – respondió la policía con le semblante impávido.

La mujer versada en lo sobrenatural se recostó en el sillón. – No es muy normal que alguien venga por aquí para preguntarme acerca de cosas de ese tipo y menos la policía. Pensé que tenían una división que se hacía cargo de estos asuntos. ¿Por qué no se hacen cargo ellos del asunto?.

Verónica estaba sorprendida. Su interlocutora no sólo parecía muy bien informada, sino que además actuaba con mucha astucia. – Esto también incumbe a la división civil y ese es mi trabajo. Después de lo que pasó en Los Ángeles, nadie quiere que pase aquí lo mismo y seamos francos, será una buena propaganda electoral cuando llegue el momento.

La respuesta fue una risa sarcástica. – No deberían de tomarse tan a la ligera los asesinatos de Los Ángeles. Normalmente, los cultos satánicos son excusas para conseguir dinero, sexo a raudales o crear un grupo de influencia, que adoran al demonio sin saber muy bien por donde van los tiros, pero lo de Los Ángeles fue distinto.

La teniente sintió un nudo en el estómago de pronto y un escalofrío. – ¿Por qué? – acertó a preguntar.

 

– Verá. Los verdaderos cultos satánicos siguen la senda del diablo tal y como les viene transmitida desde rituales de la edad media e incluso anteriores. Estos cultos no gustan de publicidad ni problemas y tienen como miembros a gente muy importante de muchos países. Sus actividades se suelen hacer más intensas en determinadas épocas del año, esencialmente en los Equinoccios y Solsticios, aunque varían mucho. A las noches de ritual se las denominan Sabbath, Aquelarres, Comuniones o así, dependiendo de la tradición seguida – comentó, obserbando cómo la otra mujer anotaba todo rápidamente.

– No entiendo lo que quiere decirme – dijo elevando la mirada.

Patricia se inclinó hacia delante. – Bien. El Equinoccio pasado fue en Marzo, exactamente el día 20. Me imagino que recuerda lo que pasó ese día.

El nudo se convirtió en casi una náusea. – Bueno. Sabemos que aquello fue obra de un culto a Lucifer, así que no veo la relación con mi pregunta – continuó, reponiéndose.

– Déjeme continuar – susurró secamente.

La ocultista estaba pletórica. La policía estaba ocultándole algo y ella había tocado una fibra sensible. – Los Equinoccios son los días en los que las horas de luz y oscuridad son iguales y místicamente, para ciertos cultos demoniacos, representan el equilibrio entre la luz y las tinieblas desde un punto de vista más abstracto. Por eso, realizan actos como el de Los Ángeles para que la armonía se rompa y las tinieblas triunfen. Sin embargo, los hacen en secreto para evitar los riesgos que ello supone. Pero éste fue especial. Querían que todo el mundo lo viese, pudiese captar aquel acto horrendo. Estaban preparando algo grande.

Las miradas se cruzaron y ambas adoptaron una postura más defensiva.

– ¿Preparando el qué? – inquirió la agente, que se sabía descubierta y no trataba de disimular.

– Algo especial. Algo que se está dejando sentir. Tengo una amiga en Nueva Orleans que me ha llamado porque ha sentido algo diabólico desde que ocurrió la matanza. La chica que espera fuera tiene horribles pesadillas desde entonces, yo misma veo sangre a cualquier lugar donde mire y quizás haya muchos más así. Por eso me ha hecho gracia su visita.

Un suspiro fue la respuesta y por un momento se hizo el silencio.

– Mire, señorita Hatch – masculló la teniente con severidad. – No creo en brujas, demonios ni fantasmas, pero está claro que unos locos sí lo hacen y son un problema, que espero me pueda ayudar a solucionar si llega a producirse. Déjese de jugar conmigo.

La médium puso un semblante torvo y casi amenazante. – Me está ocultando algo, detective. Algo está pasando en Chicago y creen poder manejarlo sin más. Le voy a decir una cosa. Los Solsticios son la época del año en que el Sol está más lejos del Ecuador. Según ciertas sectas, son épocas de oscuridad y nacimiento del mal. Algunos, incluso creen que el Anticristo nacerá en un Solsticio. Si ha pasado algo recientemente en la ciudad, puede ser perfectamente un preparativo para la ceremonia. El Solsticio de Verano es el 20 ó 21 de este mes.

La mujer de cabello negro como el ébano, se levantó. – No estamos llegando a nada. Si descubre algo interesante acerca de un culto que desea venir a la ciudad o tiene tiempo para escribirme un informe acerca de los ritos más usuales, le agradeceré que me llame a la comisaría.

Recogió su chaqueta y se marchó, dejando a la ocultista a solas en el despacho. Meditó acerca de lo que sabía y las horribles consecuencias que podría tener aquello. Tenía que hacer unas llamadas telefónicas lo antes posible.

 

**********

Cerró la maleta y miró a su alrededor. Lo mejor sería marcharse de la ciudad lo antes posible. Dejaba mucho detrás pero no todo era bueno. Si se quedaba en Estados Unidos corría el riesgo de que algún IRS le hiciese una visita y se quedase sin nada. ¡Cómo había cambiado su vida en sólo una semana!. Pero no se lamentaría. Ella había elegido aquella vida y ahora debía aceptar sus consecuencias. Incluso puede que aquello le fuese bien.

Tocaron la puerta y se sorprendió. ¿Quién sería a aquella hora?. Preguntó un tanto nerviosa y reprochándose el haberse dado tanto tiempo para decidirse. Sin embargo, la respuesta la dejó parada. Quien fuese, decía pertenecer a la Sociedad de Empresarios de la Zona Central, algo de lo que ella nunca había oído hablar. Miró por la mirilla y vio a un hombre de espalda ancha, tez morena y barba en perilla, elegantemente vestido y con porte un tanto regio. Creyó reconocerlo de una de las fiestas de su amante y lentamente abrió la puerta, preguntándole quién era.

– Me llamo Steven Madlin y si no me equivoco, usted es Pamela Fields, la antigua “compañera” de uno de mis socios. Si me permite pasar, tengo una proposición que hacerle – dijo con seguridad.

Se sintió muy nerviosa, pero la voz de aquel hombre era profunda y seductora, además de que le sonaba muchísimo aunque no recordaba de qué, así que le dejó pasar. Nada más entrar, él vio el equipaje hecho y observó la habitación.

– ¿Pensaba irse?. Espero que no, pues lo que voy a ofrecerle implica que usted se quede en Chicago, al menos por un tiempo – mencionó el desconocido.

 

La mujer se sintió más y más nerviosa, y de pronto se arrepintió de haber dejado entrar a aquel extraño. Sin embargo, trató de reponerse y sonriendo, ofreció a su invitado algo de beber.

– Comprendo que esté nerviosa, Pamela, pero no tiene motivos. Me imagino que su situación no es buena y esa arpía de Eleanor estará deseando echarle el guante encima, pero no tiene de qué preocuparse si me hace caso. Verá. Su, digamos compañero, pertenecía a un grupo de gente muy influyente, aficionados a ciertas prácticas sociales. Todos en ese grupo somos razonablemente ricos y poderosos, siendo muy exigentes en cuanto a los requisitos para pertenecer al Círculo, como nos gusta llamarlo. Digamos que usted había sido recomendada para ingresar en ese grupo, pera el fatídico incidente de la semana pasada lo torció todo. Por eso he venido a verla – argumentó pausadamente sin dudar ni por un segundo.

La mujer estaba asustada, pero a la vez sentía una irrefrenable curiosidad. ¿Cómo sabían dónde encontrarla?.

– Me parece que se confunde. Ciertamente posee una importante suma de dinero a mi nombre en fondos irregulares que puedo reclamar, pero no creo que sea nadie poderosa. Además, si soy rica ahora es por la muerte de mi, como lo llama usted, “compañero” – respondió tratando de recomponerse.

El hombre agarró la copa con suma delicadeza y se la bebió de un trago. – Mi querida amiga. El mundo está cambiado y hay muchas clases de poder en él. Más de los que imagina, me atrevo a decir. Usted cumple todos los requisitos para entrar en el Círculo, como me ha demostrado en estos últimos días.

Ella le dio la espalda, incapaz de entender nada. Debía ser una trampa o algo así. – Es ridículo. No he hecho nada en los últimos días. ¿Qué clase de grupo es ese?. Yo no soy una empresaria – murmuró insegura.

Una risa la obligó a girarse.

– Nos conoces bien, Pamela. Hace unas noches viste una de nuestras reuniones y te tuvo que parecer fascinante, pues la viste casi completa – mencionó con un tono sarcástico el extraño.

Una expresión de pánico se dibujó en la cara. La voz que había reconocido era la del maestro de ceremonias de la misa negra a la que había asistido hacía un par de días. – Oh, por todos los santos. Viene a matarme.

 

De nuevo la sorprendió una carcajada. – Si te hubiese querido matar lo habría hecho hace dos noches. Ya te he explicado mi propósito. Vengo a ofrecerte un puesto en nuestro Círculo de Brujas. Lucifer está de acuerdo y eso nos basta a todos. Tu potencial es grandioso y ahora que la guerra va a comenzar, queremos tenerte de nuestro lado.

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Paraisos Perdidos

Se sentó sofocada y temblando. – No lo entiendo. ¿Por qué yo? – preguntó casi llorando.

– Eres más importante de lo que crees y además eres ambiciosa, curiosa y amante del ocultismo. Eres perfecta. Coge esas maletas y acompáñame. Si me sigues, hoy comenzarás una nueva vida sin privaciones. Al fin tendrás lo que te mereces – dijo mientras se acercaba a ella y comenzaba a darle un suave masaje en los hombros.

Ella cerró los ojos mientras su imaginación volaba y su cuerpo se relajaba. Cuando todo cesó, vio que aquel extraño le tendía la mano.

– ¿Qué eliges? – fueron sus palabras.

Sobreponiéndose a los nervios, sonrió enseñando sus dientes de perfecto color blanco y agarró la mano.

 

**********

Caminó airada por el intrincado lugar mezcla de roca, edificación y llamas.

– ¡Cómo te has atrevido! – gritó furiosa.

Él descansaba en su trono, rodeado de otras deidades que se esforzaban en recibir sus atenciones. La afortunada, chupaba gustosa el cetro de su señor, acogiéndolo entre sus delicados labios y dejando a la lengua hacer el resto del trabajo. Cada instante lo hacía con más determinación, mientras su cuerpo cambiaba, adaptándose a su nueva función. Espinas de hueso surgían de su espalda, sus dedos se hacían afiladas garras y su piel se volvía azulada y suave. Su amo y señor la acarició cariñosamente y ella sucumbió finalmente. Su mente fue arrasada y envilecida, mientras los cambios finales la convertían en aquello contra lo que siempre había luchado. Con una mirada llena de la más pura maldad y complicidad, agradeció su nacimiento al maestro de aquella conjura y volvió a besar su sagrado cetro, engulléndolo con pasión. Miró a la última invitada y sonrió, dejando sus afilados dientes y grandes colmillos a la vista.

– Te esperaba. Ahora que el más grande de los planes está en marcha y la guerra de los dioses es inminente, cada uno juega sus piezas – respondió con calma.

Ella apenas podía responder. Había sabido de la traición, pero nunca llegó a imaginar que el poder de aquel que la había planeado hubiese llegado tan lejos. ¿Cómo lo habría conseguido?.

– Eres una babosa y como tal serás destruida – susurró. La ira manchaba cada una de sus palabras, pero no parecía muy convencida.

El demonio gruñó de satisfacción y su semilla finalizó la obra que su poder crudo había comenzado. Su nueva hija la tragó y se levantó completamente dentro de su nuevo papel en el drama universal. Tras hacer una alabanza, se retiró de la sala, pasando entre el resto de “hermanas” que ansiaban la conversión, poseídas por la magia negra de aquel que las había engañado.

– Pensaba que te unirías a mi voluntariamente. Tengo planes para ti. Al fin y al cabo, estamos en el mismo bando – dijo él con atrevimiento

Sintió la furia recorrer su cuerpo ante las atrevidas palabras y el fuego manó de ella, iluminando toda la sala y deshaciendo el encantamiento de aquel pretencioso. Las deidades que se arrastraban deseosas de convertirse al nuevo orden le miraron con horror y se alejaron de él.

– Nos hiciste creer que la creación de la Barrera nos daría el poder definitivo sobre nuestros rivales, pero tenías tus propios planes al respecto. ¿Pensabas que podrías dominar a todos sin que nadie te presentase oposición? – se alzó en un claro desafío.

El dios rió con tal intensidad que toda la caverna tembló, amenazando con colapsarse. – No. Nunca pensé que esto pudiese llegar a suceder sin alianzas, ni que yo sería capaz de controlar todos los dioses muertos. Por eso busqué a dos más como yo, en mi misma situación, antes de poner en marcha el plan. Los dioses como tú, tan poderosos y creídos no me servían, porque harían suyo el plan y yo sólo sería un mero esclavo. No. Nosotros tres lo preparamos todo para tener más poder y parece que todo marcha.

Con su dedo, acabado en afilada garra, señaló a una aterrorizada deidad casera asiria. De inmediato, se dio cuenta de lo atractivo que era aquel que la convocaba y de su irresistible poder. Como una polilla, danzó hacia la llama. Él la miró fijamente y su virilidad se alzó de nuevo. Contenta de haber sido elegida se sentó y sintió una energía desgarradora entrando en su cuerpo. De inmediato, comprendió que hacía lo correcto y todas las dudas, miedos e inseguridades desaparecieron.

La diosa se sorprendió nuevamente de aquel poder, más cuando vio que algunas de las diosas que había liberado, las más débiles, regresaban ensimismadas a los pies de aquel señor.

– ¿Cómo has conseguido todo esto?. Sé que no lo has hecho solo, pero ni aún así, explica tu capacidad para cambiar a los propios dioses – preguntó un tanto insegura.

La diosecilla se sentía renacer con cada embate. El pelo le crecía por todo el cuerpo, mientras en su frente emergía un retorcido cuerno y sus piernas se volvían como las de un carnero, pero acabadas en afiladas garras. Sus gemidos se hicieron roncos y horribles y su rostro, lleno de tranquila amabilidad, se convirtió en un monstruoso reflejo de pasión y la violencia.

– Cuando os ofrecí a todos la posibilidad de recuperar la gloria perdida o mejorar nuestro poder, apoyando ese plan de la deidad única, todos aceptasteis, sedientos de recuperar el poder y acabar con el resto de panteones. Recuerda que Ishtar danzó un baile que nos unió a todos para que nuestro poder fuese suficiente. Sin embargo, yo y uno de mis aliados en lugar de canalizar nuestras energías hacia Ishtar, la empleamos para transmitiros nuestro poder. Yo os di un sentimiento de sumisión que como ves, os pone a mis pies, para que os rehaga a mi gusto. Mi colaborador os hizo enormemente vulnerables al sexo, que es el método que empleamos para esclavizaros. Con vuestro propio poder y algo de astucia, liberamos al tercero de nuestros colaboradores y nos aseguramos de que Isis, del panteón Egipcio tuviese las mismas marcas que vosotros, aunque las ampliamos, porque su sumisión era clave. Ahora la rueda está en marcha y el dios único es ya un hecho.

Enzu pensó en atacar a su adversario mientras estaba distraído con su propia soberbia, pero necesitaba saber quiénes eran el resto de colaboradores antes de actuar. Por aquella diosa ya no podía hacer nada. La oscura semilla se extendió por su interior, poniéndola en el lado de las diablesas. Las otras que había sucumbido miraban a su amo con miedo en lugar de deseo. El poder que les había transmitido no impedía que aquella corrupta energía implantada, las obligase a postrarse sumisamente ante él, pero sí que controlase sus mentes.

– Es una locura. Me ocultas algo. Has cerrado las puertas del mundo de los mortales a los dioses. En cuanto los panteones lo sepan y se desencadene la guerra, vuestro Triunvirato se romperá. Un solo dios significa que sólo se podrá adorar a un ser divino y las características que se le ha dado implican que será alguien bueno y amable. Nosotros pretendíamos acabar con todos los demás dioses y gobernarlos, mientras Ishtar gobernaba a los mortales, pero tú escenificas la corrupción y la maldad. Los mortales nunca te dejarán acceder a su mundo – mencionó tratando de saber más.

La diablesa agarró por los cabellos a una de las diosas que resistían el poder de su señor, y llevándola junto a él, la empujó hasta que su cara se sumergió entre las piernas del rey de los demonios. Su fina y delicada piel sintió el roce del áspero pellejo de aquel ser poderoso al que no podía desafiar. El pene seguía manteniendo su firmeza y ella la sintió apretada contra la frente, mientras su nariz se llenaba de un asqueroso olor que emergía de los hirvientes testículos. La diablesa la retenía allí como esperando algo, mientras el diálogo entre los más poderoso seres de la sala continuaba.

– Tienes toda la razón, pero estás muy equivocada. Hemos puestos las bases para que todo vaya de maravilla. Las Puertas están cerradas pero tienen un pequeño truco. Algunos dioses lo descubrirán y lo usarán para huir al mundo de los mortales, aunque su poder estará tan reducido que serán tan vulnerables como cualquier humano. Nuestro dios único tal y como lo diseñamos los cazará hasta la saciedad, pero ellos mantendrán viva la llama de lo sobrenatural y los antiguos dioses en su soberbia divina. Y en esa llama se fraguará el enemigo de ese dios bondadoso y amable. El enemigo, patrón de ambición, poder, astucia y crueldad. Patrón de pasiones prohibidas por nuestro restrictivo dios benevolente. Patrón del conocimiento perdido y la corrupción. En definitiva, la esencia de los tres dioses que hemos realizado este plan – finalizó riendo entre dientes.

Aquella diosa aprisionada se sintió asfixiada y con náuseas. Aquel hedor se le colaba por los pulmones y la llenaba. Todo su cuerpo era recorrido por aquel humo que no podía negar y que la hacía sudar. Se dio cuenta que incluso de aquella forma, su amo demostraba su inmenso poder. Su corazón comenzó a latir muy rápido y dejó de hacer fuerza. Si su señor la considerase digna de ser su esclava, de compartir su inmenso poder, su felicidad sería plena. Respiró una gran bocanada y deslizó su lengua por las esferas, captando su fantástico sabor, cargado de majestad. Fue a chuparlos, deseosa de que el maestro no la rechazase y entonces se detuvo. La energía de Zhul brilló en ella y se dio cuenta que había vuelto a caer en las redes de aquel monstruo, como le había sucedido justo antes de que llegara la diosa. Recordó claramente como había sido convocada junto con una treintena de compañeros y compañeras para conocer su papel en el plan y la inminente guerra. Sin embargo, tras llegar, se separaron en dos grupos de quince y el de ella había sido conducido a aquel salón donde él les esperaba sentado. Pudo volver a sentir aquella sensación de humillación y servilismo que tuvo al contemplarlo y como las menos poderosas de sus hermanas se arrodillaron, presas de aquella sensación. Para explicar el plan, se había servido de una de sus hijas.

Tras colocarse tras ella y agarrarla, comenzó a violarla y convertirla en un monstruo como él. Ninguna trató de luchar o huir. Simplemente se quedaron mirando y algunas comenzaron a acercarse, presas de un encantamiento. Cuando acabó con su hija, ella era un ser tenebroso, cuya luz se había tornado oscuridad y comenzó con otra. Recordó sus propias ansias crecer y caminar hacia él cuando ya habían sido convertidas cuatro de las suyas en seres malignos. No iba a permitir que su poder se tornase oscuro y sirviese a lo opuesto de lo que ella había elegido representar.

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