Contemplando el paisaje a través de la ventana esperaba sentado en el sillón fumando sin mucha premura.
De pronto unas llaves en el cerrojo mientras miro el reloj escucho el ruido del pasador al cerrarse la puerta. Consciente del retraso caminas hacia mí sin apenas percibir ruido, viendo en el reflejo del cristal tu cuerpo caminando de rodillas, extiendo la mano hasta notar tu cabeza chocando en ella. Tras una cariñosa y afectuosa caricia en tu cabello lo agarro con los dedos apretando y dando un tirón fuerte empujándote hasta hacerte caer al suelo.
Me levanto y apagando de manera el cigarrillo contra el suelo me acerco a la mesa aledaña al sillón. Es inevitable esconder mi desaprobación. Sin darme la vuelta tomo los grilletes y las muñequeras y las tiro, obligándote a recogerlas. Recojo la cadena y enganchada a tu collar tiro con fuerza, elevándola hasta casi estrangular tu cuello. No hay constancia de molestia o dolor.
Aflojo un poco mientras seguimos caminando por el salón. Suelto la cadena y recojo un par de objetos. Saco el mechero del pantalón encendiendo una vela a la cual giro dejando caer sobre el suelo gotas de cera, que luego te obligare a limpiar, haciendo una senda caminando hacia ti. Cae la primera gota sobre un pie, no puedes contener un leve sonido de dolor, así hasta llenar una pierna de finas salpicaduras, luego la otra, percibo como tus dientes están apretados para satisfacción de mis oídos. Retomo la otra pierna dejando caer con más insistencia la cera.
Mientras azoto con la fusta tus nalgas voy dejando caer la cera, poco a poco se va tornando tu piel de un color rojizo, y dejando la fusta continuo el camino emprendido con la cera sobre tus nalgas para proseguir por tu espalda arriba. Me detengo a la altura de tus pechos y agachándome ligeramente te aplico dos pinzas en los pezones. Retomo la cera y irguiéndote con la cadena sigo dejando caer sobre tus pezones la cera hasta integrar la cera y las pinzas en tu piel. Apago la cera.
Saco del bolsillo la venda, tapando tus ojos y recostándote hacia la pared sujeto tus manos y tus pies en cruz. Acerco mi rostro impregnándome del perfume que has empleado hoy, es un aroma fresco que se mezcla con el olor a cera y de la mecha.
Descuelgo el teléfono y marco apenas escucho que da un tono cuelgo. Saco otro cigarrillo y colocando un espejo frente a la ventana me siento. Otra presencia se acerca a tu cuerpo. Comienza a refregar su miembro con desespero contra tu cuerpo, intentas moverte pero estas tan sujeta que te resulta imposible.
Sin piedad toma una tijera y comienza a cortar los vellos de tu pubis mientras gritas desconsolada por el simbolismo que representa para ti, de una bofetada se hace el silencio continuando hasta dejar el vello reducido a nada. Ajusta la postura y comienza a penetrarte con violencia mientras estira de tus pezones como si de un chicle se tratara, no puedo evitar excitarme con la situación y desabrocho el pantalón viéndome obligado a satisfacerme con la imagen que a mi retina llega.
Me acerco a la mesa y tomando un par de pinzas más las coloco en los labios de su sexo mientras sacudía con fuerza sus pechos. La extenuación se apoderaba del cuerpo, su cuello dejaba de tener la rigidez necesaria, solté la moneda que siempre guardo en el chaleco dando por finalizado el castigo por la desobediencia.
